lunes, 1 de octubre de 2012

AMALGAMAS, DOLOR Y ENFERMEDADES CRÓNICAS


La Historia del Dr. Jaro Pleva con las Amalgamas

La toxicidad de la amalgama es debida a su contenido de mercurio






El Dr. Jaro Pleva es jefe de química y director de la sección "ciencias de la corrosión" de la multibillonaria compañía Krona Steel Research company, Uddenholm AB en hayfors, suecia.
Desde la época en que tenia 20 años en los años ’60, Haro Pleva se hizo obturar todas sus piezas dentarias con amalgamas, excepto los dientes anteriores. En 1963 un puente de oro fue instalado en el lado derecho de su maxilar inferior para reemplazar 2 piezas extraídas. En 1976 una de las piezas de apoyo del puente necesitó tratamiento por caries. La perforación en dicha pieza fue temporalmente rellenada con amalgama a través de una perforación en la estructura de oro. El tratamiento final se pospuso por un año y luego se practicó un tratamiento de conducto a través de la misma perforación. De nuevo la perforación fue rellenada con amalgama. De este modo dentro del puente de oro el Dr. Pleva tenía metales disímiles combinados. Esta es la clase de condición destinada a crear enfermedades, pero él no lo sabia en ese momento. Esta información acerca de los dientes de Jaro Pleva es significativa porque este hombre llegó a ser un muy importante investigador científico acerca del daño que crean las amalgamas dentales en el cuerpo humano y en particular en el cerebro.

Su historia, entre otras, permitió al gobierno de Suecia finalmente al partir del 1 de enero de 1999, no permitir el uso de amalgamas en las clínicas dentales de Suecia.

Haro Pleva obtuvo su doctorado en química y comenzó a trabajar como químico y físico especializándose en la ciencia de la corrosión de los metales.
Veinte años después del episodio del puente de oro y su contacto con la amalgama, comenzó a descubrir importante información acerca del carácter venenoso del mercurio de las amalgamas y cómo se convierte en agente causal responsable de una alta cantidad de enfermedades en los países industrializados. El Dr. Pleva realizó conferencias y charlas entre sus colegas acerca de este tóxico metal y cómo escapa de la superficie de las amalgamas en proceso de corrosión en forma de vapor de mercurio.

El mercurio comienza a invadir todos los tejidos corporales y también el cerebro de más de 2500 millones de personas en todo el mundo, que poseen amalgamas de mercurio. Como jefe de química y especialista en corrosión de la Krona Steel Research Company comenzó a utilizar las técnicas más avanzadas del mundo en sus propios laboratorios estudiando amalgamas extraídas de su boca y de muchos otros pacientes. Todas las amalgamas estaban fuertemente corroídas. Toda esta información científica está documentada a fondo, echando por tierra la pretendida aseveración de la ADA (American Dental Asociation ) que dice y asegura (sin pruebas científicas) que la amalgama es estable.

El Dr. Pleva demostró los peligros de las obturaciones de amalgamas analizando primero sus propios problemas de salud y luego analizando a otros.

Historia de las enfermedades experimentadas por el Dr. Pleva.

Comenzando a fines de los años ’60 después de haber sido sometido a su primer tratamiento con amalgamas dentales, el Dr. Haro Pleva comenzó a experimentar alteraciones corporales en forma de estrés y ocasionales jaquecas. Estas jaquecas eran en su mayor parte desencadenadas por cambios climáticos, especialmente baja presión atmosférica. Él relacionó estas sensaciones de estrés con sus ambiciones personales y a una falta de equilibrio entre el trabajo de oficina y la actividad física. El Dr. Pleva concluyó que estaba trabajando demasiado. Unos pocos meses después de su implante final en 1977 cuando la pieza dentaria del puente de oro fue rellenada con amalgama, el Dr. Pleva se sorprendió al ser atacado con síntomas potentes e inexplicables. Comenzó a despertar en la noche en un estado de ansiedad extrema y un ritmo cardiaco muy irregular. Cada vez que esto ocurría y durante algunos minutos el pensaba que aquellos eran los últimos minutos de su vida. Él estaba constantemente en un estado de indescriptible cansancio, estrés, depresión emocional y ansiedad. Realizar tareas simples, reuniones de conversación, tratar de ser sociable y aún pensar con claridad, requerían para él un gran esfuerzo.

Durante consultas con médicos acerca de estos síntomas, su principal preocupación era el ritmo cardiaco irregular puesto que esto era algo tangible y físico que podía medirse. Fue examinado para descubrir la causa de esta arritmia cardiaca pero no se llegó a ninguna conclusión. El resultado de múltiples exámenes demostraban una condición normal excepto por un ligero aumento del colesterol. Estos resultados eran anotados en la ficha médica señalando que el paciente “imagina sus problemas”. Resumiendo el Dr. Pleva fue etiquetado por los profesionales médicos como un paciente con “enfermedades psicosomáticas”. Ellos estaban convencidos que todo estaba “en su cabeza”.
(Ver: "It's all in your head". Libro del Dr. Hal Huggins)

Para cooperar, el Dr. Pleva les decía que había amalgama en su puente de oro. Como experto en corrosión él estaba seguro de este deterioro puesto que pocos meses después de dicho implante la amalgama estaba negra y rugosa (signos claros de corrosión y disolución de la amalgama). Ningún médico examinó su boca ni mostraron el menor interés en este factor.

Comenzaron a aparecer otros problemas como por ejemplo un problema ocular que lo obligó a visitar un oftalmólogo el cual al examinarlo descubrió hipertensión y sangramiento de la retina ocular, pero no le indicó ningún tratamiento. Sin embargo lo derivó a un médico general para tratar la hipertensión, este a su vez le recetó medicamentos para esta condición. Sin embargo para el Dr. Pleva nada cambió.

Unos pocos meses después, fuertes dolores en el pecho lo forzaron a buscar atención médica de nuevo. El Dr. Pleva fue sometido a distintos tests médicos, incluyendo un electrocardiograma (ECG) llevado a cabo en reposo y en ejercicio. Pero este ECG mostró una condición cardiaca normal.
El sistema gastrointestinal fue observado radiográfica y clínicamente durante un día completo, a pesar de lo cual no se llegó a ningún diagnostico.
Análisis de mercurio en la sangre y orina, llevados a cabo solo por un deseo expreso del Dr Pleva, aunque mostraron un ligero aumento, estaban por debajo de los limites peligrosos establecidos según normas industriales.
Nada parecía indicar que él estaba siendo dañado en su salud por este veneno implantado en su boca.

El Dr. Pleva pasa por alto sus conocimientos científicos personales

Repetidamente al Dr. Pleva se le ofreció una “proyección diagnóstica” de parte de los médicos estableciendo que todos sus síntomas provenían del estrés del trabajo y/o relaciones familiares difíciles.
Esta conjetura no podía tomarla seriamente puesto que era evidente para él que su trabajo no era estresante y que su vida familiar era realmente placentera.
Por lo tanto el doctor Pleva reevaluó sus problemas de salud desde un punto de vista estrictamente científico, centrando de nuevo su atención en sus obturaciones de amalgama.
Él se dio cuenta que la superficie de la obturación de amalgama (de un tamaño aproximado de 4mm x 4mm totalizando 16 mm cuadrado) dentro del puente de oro (cuya superficie era de 670mm cuadrados) rápidamente se torno negra y rugosa. Como experto en corrosión él sabia perfectamente que esta pequeña área se había convertido en una “célula galvánica” donde el noble oro actuaba como cátodo y la tóxica amalgama como ánodo.
Esto significaba que el ánodo/amalgama estaba disolviéndose iónicamente. Sin embargo y por mucho tiempo el doctor Pleva puso en duda sus propios conocimientos científicos y decidió que dicho proceso de corrosión no podría resultar en cantidades peligrosas de mercurio dado que estos dentistas con formación universitaria en dos oportunidades no habían mostrado la menor duda en poner amalgamas en contacto directo con oro.

Esta auto imposición de ignorar la verdad que estaba en sus conocimientos científicos sólo contribuyó a mantener y a agravar sus problemas físicos y mentales: Fatiga crónica devastadora, tendencia a dormir hasta el grado de narcolepsia, depresión y ansiedad siempre presente, dolor en el pecho, visión borrosa, dolores de cabeza, mareos, dolores articulares, sensación de “pinchazos con agujas” en ambas axilas y en ambas ingles, un extraño tironeo del maxilar inferior hacia su clavícula, debilidad muscular erupciones eczematosas en la piel, encías sangrantes, gusto metálico en la boca, formación de un anillo alrededor de su córnea llamado “arcus senilis” y más, mucho más.

Un severo sufrimiento por otros dieciocho meses sin tener a la vista ninguna salida. Finalmente el Dr. Pleva escogió el camino que ahora parece evidente. Él estudió en serio el envenenamiento mercurial, visitó bibliotecas médicas y estudió libros de toxicología y patología en los cuales él descubrió sus síntomas claramente conectados a una intoxicación mercurial crónica, proveniente de sus piezas dentarias con obturaciones de amalgamas.
El siguiente paso vital que él tomó fue consultar a un dentista holístico y pedirle que removiera la amalgama dentro del puente de oro y la reemplazara por composite (resina con cuarzo). Después de tres semanas se hizo evidente que esta acción lo estaba llevando en la dirección correcta, quedó en evidencia que él estaba siendo envenenado por mercurio.
Las sensaciones de pinchazos en ambas axilas e ingles y el eczema desaparecieron primero. Luego muchos de los síntomas subjetivos más fuertes comenzaron a disminuir pero no todos ni completamente.

Alrededor de tres meses después del cambio de la amalgama en el puente de oro el doctor Pleva sufrió una parálisis en la mitad derecha de su rostro, su equilibrio también fue afectado. El doctor Pleva consultó varios médicos, y un diagnostico tentativo por parte de uno de ellos aseguraba que él tenía una rara enfermedad tropical. Por supuesto este diagnostico era falso.
Un segundo médico diagnosticó la parálisis facial junto con el daño en el equilibrio corporal y en la audición como una manifestación de Herpes Zoster auditivo, este diagnóstico se basó en el descubrimiento de una pequeña erupción en la piel de la oreja derecha. De nuevo un diagnostico falso.

Finalmente al paciente le fueron removidas todas las amalgamas.

En el otoño de 1981 tres años después de la remoción de la célula galvánica oro/amalgama un gran número de síntomas aún permanecía, tales como: fatiga crónica, dolores musculares, dolores articulares, dificultades respiratorias y ansiedad mental y/o emocional. Consecuentemente el doctor Pleva retornó a los libros y estudio la literatura acerca de las amalgamas dentales con profundidad. Su conocimiento de los mecanismos de inestabilidad y corrosión de los metales y las aleaciones lo llevaron a la decisión final de removerse todas las amalgamas. Esto fue hecho durante el verano de 1982. Inmediatamente después del primer reemplazo por sustitutos, los síntomas del paciente mejoraron al punto de desaparecer. Por ejemplo cuando las obturaciones de amalgamas opuestas al puente de oro fueron removidas, todas las jaquecas desaparecieron en forma permanente. Luego su fatiga crónica desapareció y un resurgimiento energético retornó tan abruptamente que el Dr. Pleva se encontró a sí mismo necesitando tan sólo 6 horas de sueño en lugar de sus ya habituales 12 hrs. Casi simultáneamente con la remoción de 2 obturaciones de amalgama en el maxilar inferior el doloroso tironeo y tensión de la mandíbula hacia la clavícula desapareció completamente.
Cuando todas las obturaciones de amalgamas fueron removidas y substituidas por composite todos y cada uno de los síntomas físicos tales como dolores articulares, dolor en el pecho, encías sangrantes, parálisis, crisis asmática, problemas oculares debido al arcus senilis, y otros, desaparecieron. Sus dificultades mentales y emocionales incluyendo la depresión y ansiedad llegaron a su fin.

Algunos síntomas que él pensó eran el resultado de otras causas fuera de la toxicidad mercurial, también desaparecieron, especialmente el dolor de espalda el cual el lo relacionaba al trabajo de oficina y a su gran estatura. También los dolores bajo las costillas los cuales según los médicos eran remanentes de una infección hepática ocurrida 20 años antes se terminaron. En diciembre de 1982 el paciente descubrió que pequeñas vesículas y exfoliación de la piel en la planta de un pie y en la palma de sus manos ya no ocurrían más.

La sensación de bienestar que sintió fue tremenda dice el Dr. Pleva. La mejora en su salud no podría ser relacionada con ningún factor de su medio ambiente inmediato tales como el trabajo, hogar, relaciones personales o dieta, puesto que estas permanecieron sin cambios. La desaparición de los síntomas del Dr. Pleva caen dentro del periodo de remoción de sus amalgamas. El mercurio desapareció de su cavidad bucal al igual que todos los síntomas de sus enfermedades. El Dr. Pleva recuperó una sensación de calma y paz, así como la capacidad de apreciar aromas, detalles y gradaciones de su medio ambiente, algo que él no había sido capaz de hacer durante 25 años o más, durante los cuales tenía amalgamas en su boca. Hoy (año 2000) a la edad de 55 años Haro Pleva no acepta más que síntomas relacionados con la edad tales como cansancio crónico, jaquecas o dolores en muchas partes del cuerpo formen parte de la vida diaria. Un pre requisito esencial para mantener la buena salud es que las aleaciones de amalgamas en corrosión que generan galvanismo oral liberando metales pesados altamente tóxicos, incluyendo el mercurio deben ser removidos de la cavidad bucal.

Tomado del libro “Elementos de peligro”
Dr. Morton Walker

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